"Los antiguos políticos hablaban
incesantemente de costumbres y de virtud; los nuestros solo hablan de
comercio y de dinero" -Discurso sobre las Ciencias y las Artes.- Jean
Jacques Rousseau
ONANISMO MENTAL
Estas dolorosas palabras, manifestadas hace ya tres siglos por este
insigne pensador, siguen, penosamente, vigentes a día de hoy.
Me resisto, con todas mis fuerzas, a creer, de verdad, que nuestros
electos dirigentes europeos traten, intencionadamente de hundir la tan
costosa construcción unión continental (Unión Europea).
¿Cómo
es posible que los numerosos "supuestos sabios", componentes de
"rimbombantes y sonoros" Organismos Internacionales (tan costosos, por
cierto): Parlamento Europeo, Consejo Europeo, Comisión Europea, Banco
Central Europeo, sean, verdaderamente, incapaces de concordar las
medidas adecuadas a la resolución, efectiva, de tan dramática crisis
económica?.
Según la definición oficial de la propia U.E., se
trata de una asociación económica y política singular, fundada tras la
Segunda Guerra Mundial y cuyos primeros pasos se dirigían a impulsar la
cooperación económica con la idea de disminuir conflictos entre los
países miembros (al aumentar la interdependencia comercial entre sí). De
ahí, la inicial nomenclatura: Comunidad Económica Europea.
Es
decir, que efectivamente, Rousseau tenía razón. Aquéllas cuasi poéticas
ideas de nuestros sesudos filósofos de los pasados siglos, esa quimérica
Europa de los Pueblos: unidos social y políticamente, persiguiendo unos
mismos y solidarios objetivos. Una Europa en paz permanente, en la
común búsqueda del bienestar ciudadano, un continente ecológico,
animalista, progresista, culto, científicamente desarrollado, ejemplo de
intelectualidad compartida y hermanamiento supranacionales, tristemente
se quedó en eso, en pura y trasnochada literatura.
Ahora nos
encontramos en una verdadera encrucijada: ¿qué hacer?. Si nuestros
dirigentes, europeos y nacionales, (aún sin reconocerlo) se muestran
incapaces de dar solución a esta desoladora y general destrucción, si la
carrera hacia el abismo de los Pueblos es imparable, si nuestro
horizonte cada vez es más opaco; si observamos el hastío, la renuncia
evidente (por tácita) de nuestros representantes oficiales. Vemos
atónitos, el "entreguismo" de los gobiernos europeos a los caprichosos,
espúreos y particulares intereses de quienes dirigen Europa (los cuales,
personalmente, no se juegan nada en "partida" tan dramática).
Pues no se me ocurre más que seamos los mismos ciudadanos europeos,
quienes nos unamos, que seamos una sola voz reivindicando nuestra
primacía sobre los Mercados, que les hagamos saber nuestra oposición a
tan destructoras medidas presentes, nuestra negativa más rotunda a ser
"coballas de laboratorio", deberemos hacerles viva y presente nuestra
rabiosa rebeldía, con toda la firmeza que otorga la razón: el derecho
natural (la primacía humana sobre el monetarismo, que por encima de todo
debe protegerse a la Sociedad, no al Comercio).
¿Y cómo encauzar nuestras indiscutibles y justas reivindicaciones, a través de qué caminos hacerles llegar nuestras quejas?
Pues, a su pesar (de nuestros dirigentes -que nos preferirían dóciles
"corderitos"), contamos con armas incruentas modernas, de alcance
universal (que podrán espiar, pero que les resultaría difícil
manipular): las llamadas Redes Sociales, ahora al alcance de muchos. El
nivel medio intelectual de los ciudadanos europeos es el suficientemente
elevado como para organizarnos intracontinentalmente. Podemos unirnos
de verdad, no en la forma que pretenden "otros". Ya contamos con
históricos ejemplos (inintencionadamente exportables, a la vista de los
últimos y repetitivos acontecimientos externos). Ya nos lo decía Kant:
"El entendimiento humano concibe la naturaleza como un sistema de
fines".
Pero, además y mientras tanto, deberemos aprehender de
nuestros fracasos, de los reiterados errores, de las dolorosas
decepciones y, por otra parte, asumir la cruda realidad. En nuestro
occidente democrático (me temo que por mucho tiempo todavía) nos
seguimos rigiendo por la partitocracia como sistema general de gobierno.
Me temo que en cada país, también en España, el actual espectro
político no nos satisface, no creo equivocarme al pensar que todas las
opciones (al menos de la llamada izquierda) nos han defraudado, han
laminado, en gran medida, nuestras esperanzadoras expectativas. Estamos
en la obligación de recapitular con la debida frialdad en qué nos hemos
equivocado ..., o mejor, hasta dónde nos han engañado ...o traicionado.
Se me ocurre que hasta alcanzar esa deseable verdadera unión
de los Pueblos de Europa (a pesar de los seguros impedimentos que nos
opondrán en tan difícil tránsito), las más inmediatas medidas a tomar es
negarles nuestro aval (en forma de voto) a tan desastrosos y nefastos
habituales representantes políticos (nacionales y europeos).
Meditemos, para ocasiones venideras, con la merecida serenidad, quién
nos ofrece y consecuencialmente merece, de verdad y con mayores
garantías de cumplimiento, nuestra elección política. Si nos ayudamos
con representantes más afines a nuestro ideario progresista, más
rápidamente y con mayor seguridad, nos acercaremos a ese esperanzador y
más humano horizonte de la verdadera Unión de los Pueblos de Europa.
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