lunes, 22 de julio de 2013

ONANISMO MENTAL

"Los antiguos políticos hablaban incesantemente de costumbres y de virtud; los nuestros solo hablan de comercio y de dinero" -Discurso sobre las Ciencias y las Artes.- Jean Jacques Rousseau

ONANISMO MENTAL


Estas dolorosas palabras, manifestadas hace ya tres siglos por este insigne pensador, siguen, penosamente, vigentes a día de hoy.

Me resisto, con todas mis fuerzas, a creer, de verdad, que nuestros electos dirigentes europeos traten, intencionadamente de hundir la tan costosa construcción unión continental (Unión Europea).

¿Cómo es posible que los numerosos "supuestos sabios", componentes de "rimbombantes y sonoros" Organismos Internacionales (tan costosos, por cierto): Parlamento Europeo, Consejo Europeo, Comisión Europea, Banco Central Europeo, sean, verdaderamente, incapaces de concordar las medidas adecuadas a la resolución, efectiva, de tan dramática crisis económica?.

Según la definición oficial de la propia U.E., se trata de una asociación económica y política singular, fundada tras la Segunda Guerra Mundial y cuyos primeros pasos se dirigían a impulsar la cooperación económica con la idea de disminuir conflictos entre los países miembros (al aumentar la interdependencia comercial entre sí). De ahí, la inicial nomenclatura: Comunidad Económica Europea.

Es decir, que efectivamente, Rousseau tenía razón. Aquéllas cuasi poéticas ideas de nuestros sesudos filósofos de los pasados siglos, esa quimérica Europa de los Pueblos: unidos social y políticamente, persiguiendo unos mismos y solidarios objetivos. Una Europa en paz permanente, en la común búsqueda del bienestar ciudadano, un continente ecológico, animalista, progresista, culto, científicamente desarrollado, ejemplo de intelectualidad compartida y hermanamiento supranacionales, tristemente se quedó en eso, en pura y trasnochada literatura.

Ahora nos encontramos en una verdadera encrucijada: ¿qué hacer?. Si nuestros dirigentes, europeos y nacionales, (aún sin reconocerlo) se muestran incapaces de dar solución a esta desoladora y general destrucción, si la carrera hacia el abismo de los Pueblos es imparable, si nuestro horizonte cada vez es más opaco; si observamos el hastío, la renuncia evidente (por tácita) de nuestros representantes oficiales. Vemos atónitos, el "entreguismo" de los gobiernos europeos a los caprichosos, espúreos y particulares intereses de quienes dirigen Europa (los cuales, personalmente, no se juegan nada en "partida" tan dramática).

Pues no se me ocurre más que seamos los mismos ciudadanos europeos, quienes nos unamos, que seamos una sola voz reivindicando nuestra primacía sobre los Mercados, que les hagamos saber nuestra oposición a tan destructoras medidas presentes, nuestra negativa más rotunda a ser "coballas de laboratorio", deberemos hacerles viva y presente nuestra rabiosa rebeldía, con toda la firmeza que otorga la razón: el derecho natural (la primacía humana sobre el monetarismo, que por encima de todo debe protegerse a la Sociedad, no al Comercio).

¿Y cómo encauzar nuestras indiscutibles y justas reivindicaciones, a través de qué caminos hacerles llegar nuestras quejas?

Pues, a su pesar (de nuestros dirigentes -que nos preferirían dóciles "corderitos"), contamos con armas incruentas modernas, de alcance universal (que podrán espiar, pero que les resultaría difícil manipular): las llamadas Redes Sociales, ahora al alcance de muchos. El nivel medio intelectual de los ciudadanos europeos es el suficientemente elevado como para organizarnos intracontinentalmente. Podemos unirnos de verdad, no en la forma que pretenden "otros". Ya contamos con históricos ejemplos (inintencionadamente exportables, a la vista de los últimos y repetitivos acontecimientos externos). Ya nos lo decía Kant: "El entendimiento humano concibe la naturaleza como un sistema de fines".

Pero, además y mientras tanto, deberemos aprehender de nuestros fracasos, de los reiterados errores, de las dolorosas decepciones y, por otra parte, asumir la cruda realidad. En nuestro occidente democrático (me temo que por mucho tiempo todavía) nos seguimos rigiendo por la partitocracia como sistema general de gobierno. Me temo que en cada país, también en España, el actual espectro político no nos satisface, no creo equivocarme al pensar que todas las opciones (al menos de la llamada izquierda) nos han defraudado, han laminado, en gran medida, nuestras esperanzadoras expectativas. Estamos en la obligación de recapitular con la debida frialdad en qué nos hemos equivocado ..., o mejor, hasta dónde nos han engañado ...o traicionado.

Se me ocurre que hasta alcanzar esa deseable verdadera unión de los Pueblos de Europa (a pesar de los seguros impedimentos que nos opondrán en tan difícil tránsito), las más inmediatas medidas a tomar es negarles nuestro aval (en forma de voto) a tan desastrosos y nefastos habituales representantes políticos (nacionales y europeos).

Meditemos, para ocasiones venideras, con la merecida serenidad, quién nos ofrece y consecuencialmente merece, de verdad y con mayores garantías de cumplimiento, nuestra elección política. Si nos ayudamos con representantes más afines a nuestro ideario progresista, más rápidamente y con mayor seguridad, nos acercaremos a ese esperanzador y más humano horizonte de la verdadera Unión de los Pueblos de Europa.

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