Vengo leyendo, con mucha frecuencia, comentarios interpretativos
inconsecuentes respecto al resultado de las ulteriores legislativas. Si
analizamos cruda y fríamente la situación ambiental y política de ese
crítico y peculiar momento, vendremos a
entender mejor el porqué de este resultado por demás y desde mi
particular punto de vista, inconveniente y desacertado. Pero ante todo,
nos guste, o no, habremos de reconocer, en aras a la verdad, que las
votaciones fueron de una impecable limpieza, cumplimentadas voluntaria y
libremente. Si en nuestra particular recapitulación aceptamos el muy
general y justo "cabreo" hacia los sorprendentes, inesperados e
incomprensibles "rumbos" legislativos del partido en el Gobierno
anterior (contradictorios, absolutamente, con su oficial ideario
partidista), le sumamos a ello los continuos "bandazos",
rectificaciones, omisiones y tergiversaciones varias, "intragables"
justificaciones y un "sin fin" de imperdonables indecisiones
gubernativas. Si con todo ello, le sumamos la mayoritaria desafección
sobre la mal denominada "clase política" (evidente desapego con los
problemas ciudadanos, corrupción desaforada y contaminante, descarnadas
peleas "callejeras" entre los "dos gallitos mayoritarios" e inacción,
por renuncia, del abatido abanico opositor), concluiremos con un
"sacrosanto hemiciclo" evasivo, inoperante, teatral y desnortado. Esta
es, en realidad, la geografía referente al momento, un panorama social y
político totalmente contaminado y condicionador a la hora del voto.
Totalmente opuesto al ideal electoral (diferentes y atractivas
alternativas, distinción nítida de predicados políticos, creíbles y
optimistas promesas, objetivos viables y ambiciosos de futuro). Se nos
ofrecía, en cambio, un más triste, realista y decadente devenir. Y,
lamentable y muy dolorosamente, nos ha llegado la cruel certeza de tan
descorazonadora perspectiva. Amén de esto, no deberemos obviar (y lo
siento) la desidia ciudadana por "la cosa política", el demasiado
desinterés que conduce a análisis superficiales, a venales, desacertadas
y contrarias decisiones, perjudiciales, desde inicio, incluso para el
propio elector. Esta es para mí una más cercana y neutra conclusión de
lo ocurrido. Confío y espero que esta dura experiencia haya madurado
debidamente a nuestro siempre sacrificado y sufrido Pueblo para
posibilitar un mayor acierto en la próxima oportunidad de elegir el
mejor camino de su futuro. Para ello sugiero, además, dos premisas que
considero imprescindibles: rectificación, inmediata y previa, de la
injusta y desproporcionada Ley de Hont, y la aparición y presentación de
jóvenes organizaciones políticas de izquierdas, "limpias" y sin
"pasado", que nos oferten mayor horizontalidad democrática, auténtica
transparencia, rotunda nitidez de su ideario político y total firmeza en
el cumplimento del mismo, un diferente y más sostenible sistema
económico (realmente viable), más ecológico, más equitativo …más
solidario …más justo. Amén.
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